Carta de despedida a mi alumnado: enseñanzas de la pandemia.

Estimados alumnos y alumnas:

Ha llegado el momento de despedirse, de decir «hasta luego».

En primer lugar quiero daros las gracias. Imagino que lo sabéis, pero este ha sido mi primer año como maestro. He tenido la suerte de poder hacerlo en mi ciudad, cerca de mi casa, rodeado de gente que conozco desde hace mucho tiempo. Pero también la inmensa fortuna de haberos tenido como alumnos y alumnas.

Ha sido, igualmente, un año complicado. En un abrir y cerrar de ojos el mundo ha cambiado por completo y prácticamente no lo conocemos. Comenzamos el curso abrazándonos, dándonos la mano y besando en la mejilla a los compañeros y compañeras a quienes habíamos añorado todo el verano; hoy, por prudencia, muchas de esas cosas no las podemos hacer, al menos no de la misma forma. Y, sin embargo, dentro de tanta incertidumbre, también podemos aprender cosas e incluso mirar las partes bellas de la vida. Yo quiero compartir con vosotros y vosotras algunas de las enseñanzas que esta pandemia me ha ofrecido. No son verdades absolutas sino solamente mi opinión y, como siempre os digo, puedo estar equivocado.

Las personas somos frágiles y únicamente tenemos fuerza si estamos unidas. Nos enfrentamos a retos muy importantes. Este virus es uno de ellos, pero no podemos olvidar otros como el cambio climático o la desigualdad. Algunos de estos peligros y retos no entienden de razas, de nacionalidades, de idiomas, religiones, gustos o formas de ser. Nos afectan a todos y todas por igual. Otros, en cambio, como la pobreza, el racismo o la desigualdad tienen que ver con el género, la nacionalidad o el color de la piel. En ambos casos, solamente desde la solidaridad, la tolerancia y la fraternidad podremos hacer que nuestro mundo avance. La sociedad es mejor y ha estado bien atendida porque muchas personas han trabajado para todos y todas. Por eso es tan beneficioso tener un buen sistema de salud público, universal, en el que nadie se quede sin cuidar, tenga o no tenga dinero para pagarlo, venga de donde venga. Creo que el mundo será más deseable si nos esforzamos en que los seres humanos tengamos los mismos derechos y oportunidades.

Nada está garantizado. Ni lo malo, ni lo bueno. Las cosas no son siempre de la misma manera. El mundo no funciona de una forma única, sino que cambia, evoluciona y se transforma. En clase de Social Science habéis estudiado cómo, a lo largo de la Historia, los seres humanos hemos modificado nuestra manera de relacionarnos. De hecho, hemos cambiado mucho. Ahora disponemos de más y mejores medios de transporte, vivimos en casas más confortables y, al menos en nuestro país, nos organizamos democráticamente (elegimos a nuestros gobiernos en elecciones libres y tenemos los mismos derechos). Por ejemplo, todos los niños y las niñas en Europa van a la escuela, y esto no ha sido así a lo largo de la Historia, ni mucho menos. Concretamente, la mayor parte de los niños y niñas que han vivido desde que existe la especie humana, no han ido a al colegio. Y creedme, es mucho mejor tener el derecho de ir a la escuela que no tenerlo.

Pero que vivamos así ahora no quiere decir que vaya a ser igual en el futuro. Las cosas pueden cambiar. Es seguro que van a cambiar. Lo que no tenemos claro es si será para mejor o para peor. En realidad, dependerá de lo que hagamos quienes ahora vivimos, de cómo nos comportemos y de qué queramos hacer. No hay nada escrito, y además nadie sabe cómo será el futuro. Ni lo bueno está garantizado, ni tampoco lo malo. De nosotros y nosotras depende que dentro de unas décadas vivamos en un mundo en el que la gente sea más o menos feliz, en un planeta limpio y sostenible o sucio e inhabitable.

Tampoco nuestra vida personal tiene por qué ser buena o mala porque sí. Cada uno de vosotros y vosotras puede tener una vida buena, y yo así lo espero. Puede encontrar su lugar en el mundo, conseguir sus sueños y lograr aquello que se proponga. No hay nada ya decidido. Todo está por decidir.

Hemos aprendido también que la ciencia es un tipo de saber muy importante. De esta crisis vamos a salir, antes o después. Llegará un momento en que existirán mejores medicamentos para la enfermedad e incluso una vacuna para el virus. Eso no acabará con él, pero sí permitirá que podamos «convivir» y volver a muchas de las formas de vida que teníamos antes. Pero solamente será posible gracias al avance científico y al trabajo de muchos hombres y mujeres que, todos los días, están estudiando para hacerlo realidad. La ciencia es importante. La ciencia nos hace mejores como especie porque nos permite progresar, comprender el mundo en que vivimos y nos facilita una vida más sencilla.

Como podéis ver, en mi opinión hay muchas enseñanzas sobre las que reflexionar. Voy con la última.

Dicen que el primer año en el que das clase nunca se olvida, como tampoco a los niños y niñas de quienes fuiste maestro por primera vez. Estoy convencido de que yo os llevaré siempre allí donde vaya. Aún no sé si el año que viene volveré a ser maestro en este colegio pero, pase lo que pase, quiero que sepáis que ha sido un verdadero placer y espero haber estado a la altura de tan gentiles y honorables estudiantes.

Un saludo con afecto de quien tanto ha aprendido de vosotros y vosotras,

Domin.