Alicia en el país de las maravillas. Un diálogo con mucha cola.

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A continuación vas a leer un fragmento del capítulo III de «Alicia en el país de las maravillas», cuyo título es «Una carrera política y una historia con mucha cola». A través de este trozo vamos a mejorar nuestra técnica de escritura y comenzaremos a escribir diálogos.

¿Cómo se escribe un diálogo?

Muchos textos escritos, especialmente los narrativos, contienen diálogos. Generalmente se trata de conversaciones entre dos o más personajes aunque, como pudiste comprobar en el capítulo I, en ocasiones los personajes hablan consigo mismos. Escribir correctamente un diálogo es importante para que el lector pueda saber quién está hablando en cada momento. Y por eso, existen una serie de reglas.

En los diálogos distinguimos entre el parlamento y la acotación. El parlamento es lo que dicen los personajes, generalmente en voz alta, pero a veces también son pensamientos. La acotación nos da otra información como quién lo dice, cómo, de qué forma, dónde o si lo acompaña de algún tipo de gesto, por ejemplo.

Cada vez que habla un personaje se coloca un guión (-). Este símbolo, el guión, también se utiliza para separar el parlamento y la acotación. En el ejemplo inferior, el parlamento está en negrita y la acotación está subrayada.

¡No estás prestando atención!le dijo el Ratón a Alicia con gran severidad—. ¿En qué estás pensando?

Naturalmente, no es obligatorio que todos los parlamentos vayan acompañados de una acotación y hay muchas ocasiones en que no ocurre. Igualmente, un texto que contenga un diálogo normalmente también tiene otras partes que no son diálogos, otros párrafos en los que se escribe en prosa.

Lee con detalle el diálogo que tienes a continuación y fíjate bien en cómo están colocados los signos de puntuación, los parlamentos y las acotaciones. Tu tarea de escritura de esta semana será escribir un diálogo entre dos o más personajes, los que tú quieras, reales o ficticios. El texto que entregues debe tener, además, un mínimo de 300 palabras y puedes hacerlo en un papel o en Word, como te resulte más cómodo.

Fragmento del capítulo III.

—¡No estás prestando atención! —le dijo el Ratón a Alicia con gran severidad—. ¿En qué estás pensando?

—Le pido disculpas —dijo Alicia humildemente—, creo que llegó a la quinta curva, me parece.

—¡No es así! Mucho dudo… —gritó el Ratón en tono chillón e irritado.

—¡Muchos nudos! ¡Se le hicieron muchos nudos! —dijo Alicia dispuesta ya a mostrarse útil y mirando ansiosamente a su alrededor—. Por favor, permítame que le ayude a deshacerlos…

—¡Nada de eso! —gritó el Ratón poniéndose de pie y alejándose—. Me insultas diciendo esas pavadas.

—No fue mi intención —suplicó la pobre Alicia—; usted se ofende con mucha facilidad, ¿sabe?

El Ratón no hizo más que gruñir como toda respuesta.

—¡Por favor, vuelva y termine su historia! —llamó Alicia.

Y los demás se le unieron en coro.

—¡Sí, por favor!

Pero el Ratón no hizo más que mover la cabeza con impaciencia y se alejó más rápidamente aún.

—¡Qué lástima que no se quede! —suspiró el Loro en cuanto se perdió de vista.

Y una Cangreja vieja aprovechó la oportunidad para decirle a su hija:

—¡Ay, queridita! ¡Que esto te sirva de lección! ¡No hay que perder los estribos!

—¡Cállate la boca, ma! —gritó la Cangrejita— ¡Serías capaz de hacerle perder la paciencia a una ostra!

—¡Ojalá estuviese Dinah aquí! —dijo Alicia en voz alta y sin dirigirse a nadie en particular.— ¡Ella sí que lo traería de vuelta enseguida!

—¿Y quién es Dinah, si se puede saber? —dijo el Loro.

Alicia respondió con mucho entusiasmo, porque estaba siempre dispuesta a hablar de su mascota:

—Dinah es nuestra gatita ¡Y es una campeona para cazar ratones! ¡Usted ni se imagina! Y, otra cosa, me gustaría que la vieran perseguir pajaritos. ¡Con decirles que se los come en un santiamén!

Este discurso provocó una considerable agitación en el grupo. Algunos pájaros se alejaron de inmediato; una vieja Urraca empezó a arroparse cuidadosamente y dijo:

—No voy a tener más remedio que irme a casa: el aire nocturno le sienta pésimo a mi garganta.

Y un Canario llamó con voz temblorosa a sus hijos:

—¡Vámonos, chiquitos! Ya es hora de estar en la cama.

Con diversos pretextos todos se fueron alejando y muy pronto Alicia se quedó sola.

—¡Ojalá no hubiese hablado de Dinah! —se dijo con tono tristón—. Parece que nadie la quiere acá abajo, y eso que estoy segura de que es el mejor gato del mundo. ¡Ay, Dinita querida! ¡No sé si volveré a verte!

Y aquí la pobre Alicia empezó a llorar de nuevo, porque se sentía muy sola y deprimida. Pero un instante después volvió a escuchar pasitos que venían de lejos y levantó la vista ansiosamente, con la secreta esperanza de que el Ratón hubiese recapacitado y estuviese volviendo para terminar su relato.