ejercicios de ortografía y puntuación

Aquí tienes los textos originales de los ejercicios de puntuación y ortografía. Compara con cuidado tu respuesta con el texto. Cuando veas un error, intenta preguntarte si entiendes por qué se escribe de esa forma. En caso de que no lo entiendas, apúntalo y pregunta a tu profesor.

Al final tienes un archivo con el ejercicio que te he entregado hoy en clase.

Los textos han salido de Harry Potter y la piedra filosofal, editorial Salamandra.

  1. Ejercicio de puntuación.

Con la extraña sensación de que sus piernas eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.

Harry nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Harry levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrar a Hermione: “Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en Historias de Howgarts”.

Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos.

Harry bajó la vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio. Tía Petunia no lo habría admitido en su casa.

2. Ejercicio de ortografía.

Harry oyó al sombrero gritar la última palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, algo mareado, hacia la mesa de Gryffindor. Estaban tan aliviado de que no lo hubiera elegido y no lo hubiera puesto en Slytherin, que casi no se dio cuenta de que recibía los saludos más calurosos hasta el momento. Percy el prefecto se puso en pie y le estrechó la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasly gritaban: “¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!”. Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que había visto antes. Este le dio una palmada en el brazo, dándole la horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.

Podía ver bien la mesa de los profesores. En la punta, cerca de él, estaba Hagrid, que lo miró y levantó los pulgares. Harry le sonrió. Y allí, en el centro de la mesa, en una gran silla de oro, estaba sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció de inmediato, por el cromo de las ranas de chocolate. El cabello plateado de Dumbledore era lo único que brillaba tanto como los fantasmas. Harry también vio al profesor Quirrell, el nervioso joven del Caldero Chorreante. Estaba muy extravagante, con un gran turbante púrpura.

Y ya quedaban solamente tres alumnos para seleccionar. A Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw, y después le llegó el turno a Ron. Tenía una palidez verdosa y Harry cruzó los dedos debajo de la mesa. Un segundo más tarde, el sombrero gritó: ¡GRYFFINDOR!

Harry aplaudió con fuerza, junto con los demás, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.